Según los estudios de población, se ha indicado que casi dos tercios de las personas que sufren de obesidad están en riesgo de padecer presión sanguínea alta.

La obesidad afecta muchos niveles hormonales en nuestro cuerpo, el más afectado es el sistema renina-angiotensina-aldosterona. Este sistema es responsable de controlar el volumen de sangre del cuerpo y junto con el sistema nervioso simpático, controla el nivel de retención de sodio y agua en el cuerpo. Ambos factores son responsables de la adecuada regulación de la presión arterial y la obesidad interfiere con estos sistemas, lo que puede conducir a la hipertensión.

El deposito de tejido adiposo puede llevar al funcionamiento irregular del riñón, que puede conducir a la alteración de la presión arterial.